Ayer leía en la BBC un artículo llamado Asesinato colateral acerca de la filtración por parte de Wikileaks de un presunto video filmado en Bagdad en 2007 en la que dos helicópteros Apache confunden a un grupo de civiles con insurgentes y abren fuego sobre ellos.
Dentro de ese grupo de civiles había dos periodistas iraquis de la agencia internacional Reuters (ambos fallecillos en el ataque) y en la filmación se aprecia como los militares confunden sus cámaras con lanzamisiles.
No voy a entrar a discutir si la guerra de Irak es justa o no, o si los titireteros con el "No a la guerra" tienen razón o no. Mi opinión personal, en ese país están todos locos y puesto que se matan por un trozo de tierra, la mejor solución sería la que usaban los antiguos romanos con sus peores enemigos: sembrar todo el territorio con sal para que nunca nada vuelva a crecer allí. Muerto el perro se acabó la rabia. Eran prácticos aquellos romanos.
El motivo de esta entrada, está en lo que ocurre en ese video de marras. De nuevo, un par de Apaches confunden a un grupo civiles con terroristas y puesto que están en situación de guerra abren fuego sobre ellos. Nada que objetar. Es la guerra y en la guerra se cometen errores. Tu trasero o el de ellos.
Lo que resulta imperdonable y es lo que me encorajina es cómo después de haber fulminado al grupo, en el minuto 9 del video se aprecia como llega una furgoneta para socorrer a los heridos. En la grabación se ve claramente que sólo están recogiendo a los heridos y que los pilotos reconocen que están socorriendo a los heridos. No hay posible confusión. Los pilotos piden permiso y abren fuego sobre la furgoneta haciéndola picadillo. Parece que en la furgoneta iban dos críos que resultaron heridos.
Eso es lo que no se puede tolerar. La guerra es la guerra y tiene sus normas sencillas y claras: en el combate, a por todas, y si el enemigo se rinde o cae herido se le respeta, no se le remata.
Bueno, el video de marras. Aviso, puede herir la sensibilidad de algún espectador.
Un último apunte. Hace unos meses me entretuve con un videojuego bastante conocido llamado Call of Duty: modern warfare que era famoso por su realismo. En una de la fases del juego debías asumir el papel de un artillero en un avión o un helicóptero cepillándose a varios kilómetros de distancia a un grupo de terroristas chechenos que por la distancia parecían hormigas correteando de un lado a otro despavoridos. Es lo que pasa con la guerra a distancia: rematar a una hormiga no te quita el sueño.